Elena sabe, de Anahi Berneri. Pronto en Netflix.

Ezequiel Obregón
Leedor
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2 min readNov 13, 2023

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Gran trabajo de Mercedes Morán

Anahí Berneri dirigió esta transposición de la novela homónima de Claudia Piñeiro, en la que se destaca la labor de Mercedes Morán.

Elena (Mercedes Morán) es una mujer de 65 años que tiene Parkinson. Y si bien es ella la que siente cómo su cuerpo se degrada día a día, su hija Rita (Érica Rivas) sufre ser su acompañante y su apoyo, por más que el afecto exista y la necesidad de estar presente, también. Los múltiples flashbacks que aparecen en Elena sabe nos revelan que la tensión entre ambas estuvo siempre, en gran medida por la mirada entre autoritaria y despectiva que manifestó la madre hacia su hija desde temprana edad (Miranda de la Serna le pone el cuerpo al rol de su madre, pero en tiempos de la adolescencia).

Pero cuando Rita no pase a buscarla luego de que termine su turno en la peluquería (a la que llegó casi a rastras) y luego aparezca ahorcada en el campanario de la iglesia, será ella la que, ante la versión oficial, descrea de la idea del suicidio y utilice todas sus fuerzas para intentar encontrar a un culpable.

Transposición de la novela homónima de Claudia Piñeiro, Elena sabe es una película que retoma aspectos del policial y del thriller, pero su espesor dramático reposa sobre el vínculo entre Elena y Rita. Berneri (también coguionista) propone hilvanar los tiempos muchas veces en un mismo plano, decisión que le da a su película una impronta expresionista. Accedemos a la atribulada mente de Elena en la que conviven la intriga, la culpa, y la búsqueda de responsabilidades que, tal vez, sean más propias que ajenas.

Es cierto que Elena sabe resulta, en su conjunto, una propuesta un tanto derivativa. Un defecto comprensible, en tanto que es en la mente de su protagonista en donde las derivas se entrecruzan. La película, entonces, por momentos parece no decidir entre profundizar las confusiones o interpretaciones ambiguas de Elena o asumirlas como propias, dejando al espectador una duda latente. La secuencia final (que pone a Mercedes Morán frente a su hija en la vida real, Mey Scápola) resignifica lo que hemos visto, llevando este drama íntimo hacia el territorio de dramas sociales vinculados a la mujer y a su perspectiva sobre la maternidad, por fuera de toda presión externa.

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Ezequiel Obregón
Leedor

Escribo sobre cine, teatro y literatura. Cuenta de Medium para Leedor.