Historia y geografía, en la Sección Comedias del 25° BAFICI

Ezequiel Obregón
Leedor
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2 min readApr 25, 2024

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La película del realizador chileno Bernardo Quesney propone una mirada corrosiva sobre el mundillo teatral de su país que, al mismo tiempo, opera como una revisión de los mitos fundacionales trasandinos.

Gioconda Martínez (convincente Amparo Noguera, vista en Una mujer fantástica y El conde, entre otras) es una actriz cómica, famosa gracias a un personaje televisivo, “la Huachita”, una sirvienta pícara que culmina cada secuencia con la frase “Dios le da pan al que no tiene dientes” y una mirada cómplice. Como suele ocurrir (sobran ejemplos, incluso locales), muchos actores y muchas actrices no pueden escapar del personaje que los catapultó a la fama e intentan tomar riesgos para superar esta situación. El que toma Gioconda implica volver a su ciudad para montar una obra de su padre, La araucana, sobre la apropiación del territorio mapuche. Su hermana (Catalina Saavedra) observa atónita cómo esa figura popular, ajena a la gesta teatral, se interesa no solo en el texto para actuar en él, sino también para dirigirlo.

Con esa premisa argumental, Historia y geografía propone una mirada feroz y no exenta de comicidad sobre la Conquista en Chile, un país en donde la presencia mapuche nunca dejó de estar teñida de violencia política y social. Pero estas aristas no parecen pertenecer al genuino interés de Gioconda, quien cree tener un prestigio que en verdad nunca la acompañó (por más que emplee alguna influencia menor para hacerse acreedora de un proyecto municipal para montar La araucana). Haciendo foco en este singular personaje, Quesney -también co-guionista- propone una galería de personajes que funcionan como muestrario de la frivolización del ambiente artístico local, con su sistema de validación y las marcas que distancian popularidad de prestigio.

El acompañamiento de una voz en off -en clave informativa- le aporta al relato un toque de extrañamiento que nos propone, desde el comienzo, una desacralización del personaje principal, al que iremos comprendiendo pese a los múltiples traspiés que la llevan a un inexorable fracaso artístico. Las secuencias de los ensayos y los ejercicios teatrales son los más logrados, no solamente porque funcionan en términos humorísticos, sino también porque establecen un juego especular entre las víctimas y los victimarios, los hegemónicos y los marginales, al punto de hacernos dar cuenta que pasan los siglos y mucho no se ha aprendido. Ni de Historia, de ni de Geografía.

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Ezequiel Obregón
Leedor

Escribo sobre cine, teatro y literatura. Cuenta de Medium para Leedor.