Los amantes astronautas, de Marco Berger, en la Competencia Argentina del 25° BAFICI

Ezequiel Obregón
Leedor
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2 min readApr 21, 2024

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La más reciente producción del director de Plan B (2009), Ausente (2011), Hawaii (2013), Taekwondo (2016), Un rubio (2019), El cazador (2020), y Los agitadores (2022), entre otras, es una nueva exploración en el amor entre varones.

Si hay un realizador que en el cine contemporáneo argentino se ha ocupado de diseccionar el amor gay, ese realizador es Marco Berger. Desde su ópera prima, Berger hizo algo mucho más sustancial que contar historias de amor entre varones; narró una identidad y, lo que es más interesante, la formación de prejuicios y de tensiones (internas y externas) que se pueden suscitar a partir de ella. Desde este punto de vista, Los amantes astronautas (2024) viene a sumar un capítulo más a su galería de obsesiones y es posible que, más allá de las lógicas variaciones que hay filme tras filme, aparezcan algunas marcas que muestran cierto agotamiento.

La historia comienza con el regreso de Pedro (Javier Orán) a la Argentina, país en el que vivió algunos años hasta emigrar a España. Instalado en una ciudad costera bonaerense, el motivo de su viaje es, esencialmente, disfrutar de un tiempo junto a algunos amigos. En el grupo también está Maxi (Lautaro Bettoni), otro joven recientemente separado de su novia con el que entabla, desde el comienzo, cierta empatía. Pedro es gay y es algo que todos saben; aquí el “autodescubrimiento” no recae sobre él. A partir de este encuentro, la película se instala en la comedia verbal gracias a los comentarios jocosos y cómplices que surgen entre ambos, y que proponen la idea de que en Maxi hay algo más que lo motiva a acercarse a Pedro.

Berger consigue, una vez más, extraer toda la frescura y naturalidad de sus actores, no solo en el caso de la dupla protagónica, sino también en los personajes que orbitan alrededor de ellos (hay actrices más experimentadas, como Ailín Salas y Mora Arenillas, esta vez en papeles secundarios). El principal problema para Los amantes astronautas es de índole dramático: reiterada secuencia tras secuencia la estructura de chistes con doble sentidos, comentarios sexuales y apreciaciones sobre la cuestión gay, la película se torna un tanto reiterativa y, por momentos, parece una parodia del “sistema Berger”. Algo también ocurre con los personajes no protagónicos: al ver con aprobación el vínculo entre Maxi y Pedro (a diferencia de lo que ocurría en otros filmes del director, aquí esos prejuicios no existen), la posibilidad de concreción amorosa queda librada a la acción de ellos dos. Entonces, el relato se torna un tanto moroso, extenso, hasta llegar a un final honesto, sentido, que consigue conmover.

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Ezequiel Obregón
Leedor

Escribo sobre cine, teatro y literatura. Cuenta de Medium para Leedor.